La realidad de México es la realidad de millones de mexicanos que han visto decaer su calidad de vida, la estrategia de combate a la pobreza ha fallado y México ha incrementado en 4 millones la cifra de nuevos pobres.
El Brasil de Lula es distinto al México de AMLO, mientras el primero logró sacar a 30 millones de ciudadanos de la pobreza; el segundo no sólo no ha logrado sacar a los mexicanos de la marginación, sino que incorporó varios millones a esta lamentable situación.
Programas sociales sin medición ni evaluación de impacto y resultados, existe carencia de políticas públicas contra la informalidad, contra la mortandad de empresas y contra el fortalecimiento de pymes, son insignias del actual gobierno.
Por si fuera poco, se negó a que Naciones Unidas, el Banco Interamericano de Desarrollo y la Cepal participaran en la evaluación de programas de combate a la pobreza en el país.
Gasto público sin sentido, sin enfoque en prioridades, sin obra pública de alto impacto ni de infraestructura en los estados, pues sí visualizamos que un tramo carretero puede sacar a miles de mexicanos de la pobreza, y que amplía las posibilidades de desarrollo económico de las regiones.
Sin embargo, la estrategia de obra pública es endeble y no tiene programación a mediano y largo plazo.
El caudillismo es una visión arcaica de América Latina, donde un solo hombre planeaba, diseñaba y ejecutaba toda la política pública sin un diagnóstico, sin evaluación de resultados y de desempeño, sólo bajo la premisa de conocer a fondo lo que un país demanda y el pensamiento de que se tiene la verdad absoluta.
Urge un cambio en la estrategia de crecimiento del país, no se crece y no se están generando alternativas de desarrollo, el país atraviesa por uno de sus peores momentos, el poder adquisitivo de los mexicanos se desploma y lamentablemente este panorama continuará vigente en el tiempo medio, y quizá por el tiempo largo.
Finalmente, esta visión fallida ha impactado en la economía y estilo de vida de millones de mexicanos, la clase media ha sido la más golpeada, ya que sustenta la gran parte del proceso recaudatorio del gobierno mexicano, pero a su vez el sector que menos beneficios ha recibido y esto la ha puesto en vulnerabilidad en comparación con otros sectores poblacionales.
El bajo presupuesto enfocado en el campo, la disminución en becas y en apoyo a ciencia y la tecnología, el debilitamiento a las pequeñas y medianas empresas, la cancelación de apoyo a los emprendedores, y el incremento a los combustibles y la canasta básica han sido la combinación perfecta para disminuir la calidad de vida de los que habitamos el país.
Hoy México debe reconocer que no está bien, que urge un cambio de timón, pero para que ello suceda debe haber autocrítica en el gobierno, establecer criterios alejados del dogma ideológico y sobre todo reconocer que el desempeño, los indicadores y la medición de resultados están muy alejados de los objetivos.
México no va bien, tenemos un encono social, pero sobre todo un debilitamiento económico que debe buscar corregirse por todos los medios posibles.
Gracias al Heraldo de Chihuahua por la publicación de esta editorial.